domingo, 3 de octubre de 2010

Fin de trayecto


Quizás por ser hoy Sábado y estar en casa, escuchar de fondo cierto programa televisivo, me ha hecho recordar un elemento muy importante del que últimamente he hablado mucho (en petit comité) y del que me han hablado mucho (también en petit comité).

En ciertas ocasiones, con o sin motivo, nos subimos en una noria de la que nos resulta muy complicado bajar, no por la velocidad que lleva, sino por la sensación de euforia que nos dá el movimiento de ascenso... lo preocupante es que nos olvidamos que toda acción tiene su reacción, y el descenso... es ciertamente dañino, pero nos da igual, ahí estamos dale que te dale, sube que te sube, baja que te baja...

Creo que esta noria de la que hablo, ya está en sus últimos coletazos, se mueve muy despacio, con tan poca fuerza que no se sabe si se mueve ella por su inercia o la movemos nosotros con el deseo de aposentar nuestra cabina en la parte más baja para poder bajarnos. Sea la razón que sea, este es el final del trayecto. Sólo queda que se pare completamente, que uno se pueda bajar tranquilo de no caerse en el intento y rubricar en el libro de la noria que agradece el viaje pero que desea no volver a montarse nuevamente en ella.

Norias tenemos todos y cada uno de nosotros, unas son gigantes, de las que no se ve nada cuando se está arriba; otras son pequeñas, de la que se sale con rapidez...

Por segunda vez en todo lo que llevo escrito de este blog, quiero personalizar mi figura como parte implicada en esta lectura que vosotros/as estáis haciendo. Mi noria está a punto de parar, ha sido una noria de las grandes, con un diámetro considerable, con momentos de subida vertiginosa, pero con momentos de bajada preocupantes. Lo he pasado muy bien, pero también lo he pasado muy mal, y las alternancias con tanta celeridad en el tiempo, generan desasosiego e inestabilidad. Quiero dar las gracias a muchos de los que por ahí andan, que sé que muchos de ellos leen estas lineas que ahora estoy escribiendo, simplemente por estar ahí, porque ellos, con su perspectiva, estaban viendo en la espiral en la que estaba sumido y de la que, poco a poco, con su ayuda, he conseguido expulsar. Ya no hay vértigo, ya no hay descenso preocupante... ahora hay desaceleración regulada, llega el fin de trayecto, y comenzaremos a partir de nuevo desde cero, como siempre se hizo, como siempre tuvo que ser.

Con su permiso... me voy bajando, y como rezaba en una antigua obra de teatro, acabo con su título, a ver si alguno la recuerda. Yo me apeo en la próxima, y usted???

lunes, 6 de septiembre de 2010

Decisiones


Estuvo todo el trayecto con la mirada en el horizonte, a través de esa ventana, el mar infundía una sensación de serenidad y de tranquilidad que tanto anhelaba. Deseaba que ese autobús, que tantas veces de joven había tomado, aunque no hasta tan lejos, le dejara en su destino. Miró a su alrededor y observó a sus acompañantes. Justo a su lado, a su izquierda, una mujer negra (porque no existen mujeres de color) joven de aspecto pero vieja en su mirada no paraba de gesticular y de hablar por teléfono; observó que no la llamaba nadie, sino que era ella la que marcaba los números una y otra vez. Cruzaron en el trayeco un par de veces sus miradas y cada uno pensó "que suerte tiene el otro de no tener mis problemas", hubo un cruce de sonrisas y esa fue la única vez que se dijeron algo. La miró condescendiente pensando en lo triste que podría ser su vida, porque sólo con un par de vistazos la catalogó como una prostituta que iba o que volvía a su lugar de recogimiento forzoso... 54 minutos después, y sin que sirva de precedente, y como si el destino quisiese que acertara por una vez en sus predicciones, bajaron en la misma parada y él, se quedó sentado esperando a verla alejarse con su pequeña maleta de mano y su teléfono colgado en su cuello. Justo en frente de la parada del autobús, un prostíbulo aguardaba su llegada. Cuando franqueaba la puerta de entrada, se levantó de su asiento y pensó en voz alta: "que no se te haga muy dura tu jornada". Cogió su maleta, se colgó la bolsa al hombro y encaminó sus pasos a su pequeño retiro.

Durante esos días, había decidido descansar de todo y de todos, no quería nadie más a su alrededor que no fuera él mismo y no planeó absolutamente nada. La primera mañana la pasó tumbado en la piscina, bajo un sol de justicia leyendo su último libro que le habían recomendado (últimamente le recomendaban libros bastante buenos, quizás, porque sabían que le iba a prestar atención); más adelante, comprendió el porqué le dijo que leyera un libro antes del otro... sabia decisión el hacerle caso.

Por la tarde, bajó a la playa y todos sus planes de tranquilidad y de sosiego se habían acabado. No se fijó en un primer momento, pero cuando estaba a punto de volver a su lectura, alzó la vista y allí estaba, era una mujer morena de pelo rizado, largo, sinuoso, con un cuerpo precioso y una sonrisa..., como la definió un día Serrat, una gran sonrisa rodeada de mujer. Intercambiaron miradas, siempre empezaba así, intercambiando una mirada y se dejó llevar por el momento, olvidando el motivo inicial por el que había ido allí, a buscar un poco de tranquilidad y serenidad en su vida. Ella se levantó de su letargo, se recogió el pelo con una gomilla y se dirigió a la orilla; el mar, algo embravecido aquella tarde, llevaba a la orilla olas lo suficientemente altas como para tenerle un pequeño respeto, no obstante, prueba de ese respeto es que dias antes ese mismo mar se había tragado parte de la arena de la playa y había dejado un gran escalón de cerca de 70cm donde rompían dichas olas. Ella se quedó entre el escalón y la orilla, donde sólamente el agua mojaba sus pies una y otra vez. Ni corto ni perezo, guardó el libro en su mochila y se metió en el mar; al salir, ella seguía allí, firme pero indecisa en su mirada. Se acercó y le preguntó "No te atreves a entrar?" y ella, volviendo a la sonrisa de minutos antes le contestó "Simplemente miro el horizonte, me da tranquiliad". Saltó nuevamente el escalón y sin dejar de mirarla, se tumbó en la toalla y cerró un momento los ojos...

Cuando los abrió de nuevo, ella seguía allí, oteando el horizonte, ya su mirada tenía un sentido, tambien se encontraba perdida, como él, por otras razones, por otras causas, pero tambien estaba perdida. Volvió de nuevo a su lado y comenzaron a charlar, primero de cosas sin interés, luego, a medida que la tarde iba cayendo, la charla se hacía cada vez más y más amena, compartían risas, compartían espacio, compartían el momento... Casi entrada la noche, quedaron para verse el día siguiente y allí que coincidieron de nuevo, y fue una delicia, ambos olvidaron las razones por las que llegaron allí, solos, retirados de su mundo, no había nada más que ellos en aquel lugar. Al caer la tarde, volvieron a quedar para cenar y ambos sabían lo que pasaría después, así que ambos, como por una inercia telepática, se acostaron en sus respectivas camas para dormir un poco, puesto que la noche iba a ser larga y con pocos momentos para el sueño...

...de repente, él se despertó súbitamente. Estaba en la playa, y aquella mujer morena de pelo rizado, largo, sinuoso, con un cuerpo precioso y una sonrisa... que tan frugazmente había definido hacía 15 minutos, seguía mirando al horizonte, de pie, cruzada de brazos, como si estuviera esperando algo o a alguien. Miró hacia atrás y él estaba sentado en su toalla, mirando también hacia el horizonte y recordó el motivo por el cual había llegado hasta allí. Así que, sacó nuevamente su libro de la mochila y lo abrió por la página en la que lo había dejado momentos antes y comenzó a leer:

- "Digo esto porque, aunque no sea nada más que un hombre común, creo, como vuestra excelencia, que alguna relación tiene que haber entre la reciente ceguera de votar en blanco y aquella otra ceguera blanca que, durante semanas que nunca podremos olvidar, nos mantuvo a todos fuera del mundo"

En ese momento, volvió a levantar la vista y se dijo a sí mismo... "Cuánto tiempo durará la mia?". En ese instante, la mujer volvió el rostro y con la misma sonrisa que la primera vez se despidió de él metiéndose en el mar, como si el horizonte le hubiera dicho... vente conmigo. Y así fue. Entró en el agua y salió aun más bella que cuando entró, con el agua recorriendo lentamente su cuerpo. Se secó, cogió sus cosas y se marchó, dejando nuevamente una sonrisa al pasar por su lado.

En ciertas ocasiones, se toman las decisiones correctas, aunque a priori parezacan equivocadas, a la larga, el tiempo nos hace ver que fueron las adecuadas para ese momento.

lunes, 23 de agosto de 2010

The blind eyes


... y de repente el mundo se paró. Su orgullo había sido herido y su desconsuelo era tal que no pudo contener una lágrima caer por su mejilla.

- Cómo se puede ser tan rastrero???. Cómo se puede hacer tanto daño y tan gratuítamente???. Esas dos preguntas retumbaban incansablemente en la cabeza de Derek y por más que quiso contestarlas, más era la distancia que le separaba de la respuesta que la certidumbre de conocer la misma.

Una noche, mientras estaba leyendo a Saramago en su "Ensayo sobre la Ceguera" lo vió claro... "No hay más ciego que el que no quiere ver". Y se dio cuenta que él lo había estado durnte mucho tiempo y que realmente no pudo ver el monstruo que se estaba creando a su lado, noche tras noche, día tras día...

Apoyó su vaso en la mesa y respiró profundamente, notaba como el aire salía de su boca junto con una sensación de vacío e incredulidad... como podía no haberlo visto venir???. Él se vanagloriaba en sus círculos más íntimos que tenía la capacidad de ver las cosas acercarse desde muy lejos y que siempre estaba prevenido ante cualquier revés que se le presentase, pero esta vez... esta vez fue diferente, vio el tren justo cuando lo tenía a centímetros de su rostro y lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos y pensar... "aquí estoy".

Una vez pasado el dolor, la rabia y la indignación tras la revelación, y tras tomar el último sorbo de su copa, se levantó como un resorte y se fue hacia la ventana de la habitación. Miró hacia el cielo, volvió a tomar aire, esta vez con todas sus fuerzas y lo fue soltando poco a poco, como queriendo limpiar ese rencor que tenía en sus adentros. Cerró el libro y se fue a dormir.

En muchas ocasiones queremos que alguien nos abra los ojos y que nos diga cuáles son nuestros errores y cuáles son nuestras equivocaciones. En su caso, Derek lo descubrió por sí mismo, y fue doloroso para él averiguar que tras esa imágen cándida y dulce dormitaba un demonio con piel de cordero. Es lo que tiene el buscar, no siempre te encuentras lo que quisieras...

- Ojalá seas todo lo feliz que te mereces...

domingo, 22 de agosto de 2010

Despertares


La sensación era indescriptible, el desasosiego era aterrador y creyó que la nada se abría antes sus pies para invitale a hacerle compañía. Así fue como despertó de su errático sueño, de aquella amalgama de sentimientos encontrados, de carreras sin moverse del sitio, de ese miedo a lo conocido.

- Porqué tengo la extraña sensación de que ésto ya lo he vivido antes???

Reflexionó por un momento, hizo un ejercicio de memoria para recordar lo vivido, pero por más extraño que pareciese, no podía traer a su cabeza aquello que lo había despertado tan súbitamente. Había desaparecido por completo, pero quedaban las secuelas de tan extraño suceso. Un sudor frío recorría su maltrecha espalda, el corazón se le salía del pecho y un temblor ridículo en la mano pronosticaba que la situación no había sido agradable.

Qué sería tan importante para estar así? Qué pasó en esos instantes por su cabeza para que todo su cuerpo se retorciera en una mueca infame de dolor?...

Se sentó en la cama, cruzado de piernas, mirando a la ventada del cuarto que estaba abierta de par en par. Cerró los ojos e inspiró profundamente, dejando salir el aire por sus labios de manera pausada . Volvió a mirarse la mano, y el temblor iba remitiendo a medida que el aire llenaba sus pulmones y el oxigeno fluía a través de la sangre hasta su cerebro.

- No pasa nada, simplemente es un mal sueño, pero... cuál sería ese sueño??? No lo recuerdo...

Miró su reloj y lleno de resignación decidió que debía volver a intentar dormirse, aunque se atisbaba en el horizonte que cierto astro rey tenía pensado aparecer en breves instantes. No hizo caso al sol y volvió a tumbarse en la cama, pensando y pensando en qué sería lo que pasó por su cabeza para despertarse así... Mientras pensaba, el cansancio se apoderó de él y decidió hacerle compañía a Morfeo en su quehacer diario. Entre tanto, sus ojos se cerraban y se repetía incansablemente:

- No tengo miedo... no tengo miedo...

martes, 17 de agosto de 2010

Lo que dice una sonrisa


Alzaron la vista al unísono y sus mejillas se expandieron para dar paso a una gran sonrisa rodeada de niños.

- Dónde es dónde nos llevas???

- A pasar el día con unos amigos, tienen una casa preciosa, con piscina, os apetece???

- Sí, sí, sí...

No hay nada tan gratificante como el ver a unos niños sonriendo ante algo que no conocen pero cuya expectativa les supera y les genera una inquitud desmesurada.

Hacía tiempo que lo estaba percibiendo por mi mismo, pero... he de reconocer que estoy descubriendo a mis hijos en estos últimos meses. Me están enseñando a vivir, a crecer como persona y como padre, a superar las adversidades, a confiar en mi instinto, a ser feliz...

No hay muchas cosas en el mundo que sean tan descriptivas como la sonrisa de un niño. No hay truco, no hay engaños en ella, es lo que se ve, es lo que se percibe, es lo que se siente. Para mi es una bocanada de aire fresco, es una sensación maravillosa cuando me sonrien, significa que lo estoy haciendo bien, que cuentan conmigo, que apoyan mi trabajo con ellos, que agradecen mi esfuerzo, que perciben el amor que se les da... Me siento orgulloso, me siento realizado... desde mi interior algo me dice que todo ese esfuerzo que uno hace para que sean felices se ve recompensado ante el más mínimo atisbo de felicidad en su rostro, y yo me digo... soy afortunado, en tener lo que tengo.

lunes, 9 de agosto de 2010

La mirada de Bastet


Era el momento, era el lugar. Una inmensa luz iluminó el dormitorio a eso de las 4 de la madrugada; sus palabras resonaron en su cabeza como un tintineo de campanillas suaves y delicadas... Ya no las pudo sacar, ni quiso que salieran. Hizo una foto mental del momento y capturó la esencia de su sonrisa y la profundidad de su mirada, en aquellos instantes en que dejó de existir todo. La miró con dulzura y no hizo falta que le dijese nada, ella leía en sus ojos todo lo que necesitaba escuchar.

La calle estaba vacía, no había ruidos que los molestaran, y, aunque los hubiera habido, ellos no los habrían escuchado. Dos imágenes de bronce de Bastet fueron testigos de lo sucedido; impertérritas, serenas, desafiantes...

Y en ese momento, en que la habitación estaba completamente iluminada por todo lo acontecido en esos segundos interminables, decidieron que era el momento de dormir. Acercaron sus manos con la intención de decirse el uno al otro: estoy aquí, estoy aquí contigo...

A la mañana siguiente, los primeros rayos de sol entraron por la ventana, iluminando nuevamente sus caras. Se miraron y ambos recordaron lo sucedido horas antes... no había sido un sueño, fue real.

jueves, 5 de agosto de 2010

Señales


Últimamente empiezo a creer en las señales, de que nada ocurre por casualidad, de que todo tiene un porqué y una razón de ser.

Cuando crees que la vida ya no te puede sorprender, ella va, y para llevarte la contraria, le da un vuelco de 180º que te deja diciendo... no puede ser... no puede ser...

Lo único que sé es que voy a hacer caso a esas señales, que me voy a dejar llevar por ellas, porque creo que es el momento de dejar de racionalizarlo todo, de medir todos mis pasos, de examinar todas las alternativas, de pensar sólamente en las consecuencias de mis actos y, simplemente, me voy a dedicar a vivir.

Por una extraña casualidad "o por una señal", mañana puede ser un día importante para mi futuro, y creo que lo voy a afrontar de la mejor manera posible, con mentalidad positiva y con mucha ilusión. No mediré mis pasos, no examinaré las alternativas, no pensaré en las consecuencias... simplemente, disfrutaré el momento, porque... últimamente empiezo a creer en las señales.