lunes, 6 de septiembre de 2010

Decisiones


Estuvo todo el trayecto con la mirada en el horizonte, a través de esa ventana, el mar infundía una sensación de serenidad y de tranquilidad que tanto anhelaba. Deseaba que ese autobús, que tantas veces de joven había tomado, aunque no hasta tan lejos, le dejara en su destino. Miró a su alrededor y observó a sus acompañantes. Justo a su lado, a su izquierda, una mujer negra (porque no existen mujeres de color) joven de aspecto pero vieja en su mirada no paraba de gesticular y de hablar por teléfono; observó que no la llamaba nadie, sino que era ella la que marcaba los números una y otra vez. Cruzaron en el trayeco un par de veces sus miradas y cada uno pensó "que suerte tiene el otro de no tener mis problemas", hubo un cruce de sonrisas y esa fue la única vez que se dijeron algo. La miró condescendiente pensando en lo triste que podría ser su vida, porque sólo con un par de vistazos la catalogó como una prostituta que iba o que volvía a su lugar de recogimiento forzoso... 54 minutos después, y sin que sirva de precedente, y como si el destino quisiese que acertara por una vez en sus predicciones, bajaron en la misma parada y él, se quedó sentado esperando a verla alejarse con su pequeña maleta de mano y su teléfono colgado en su cuello. Justo en frente de la parada del autobús, un prostíbulo aguardaba su llegada. Cuando franqueaba la puerta de entrada, se levantó de su asiento y pensó en voz alta: "que no se te haga muy dura tu jornada". Cogió su maleta, se colgó la bolsa al hombro y encaminó sus pasos a su pequeño retiro.

Durante esos días, había decidido descansar de todo y de todos, no quería nadie más a su alrededor que no fuera él mismo y no planeó absolutamente nada. La primera mañana la pasó tumbado en la piscina, bajo un sol de justicia leyendo su último libro que le habían recomendado (últimamente le recomendaban libros bastante buenos, quizás, porque sabían que le iba a prestar atención); más adelante, comprendió el porqué le dijo que leyera un libro antes del otro... sabia decisión el hacerle caso.

Por la tarde, bajó a la playa y todos sus planes de tranquilidad y de sosiego se habían acabado. No se fijó en un primer momento, pero cuando estaba a punto de volver a su lectura, alzó la vista y allí estaba, era una mujer morena de pelo rizado, largo, sinuoso, con un cuerpo precioso y una sonrisa..., como la definió un día Serrat, una gran sonrisa rodeada de mujer. Intercambiaron miradas, siempre empezaba así, intercambiando una mirada y se dejó llevar por el momento, olvidando el motivo inicial por el que había ido allí, a buscar un poco de tranquilidad y serenidad en su vida. Ella se levantó de su letargo, se recogió el pelo con una gomilla y se dirigió a la orilla; el mar, algo embravecido aquella tarde, llevaba a la orilla olas lo suficientemente altas como para tenerle un pequeño respeto, no obstante, prueba de ese respeto es que dias antes ese mismo mar se había tragado parte de la arena de la playa y había dejado un gran escalón de cerca de 70cm donde rompían dichas olas. Ella se quedó entre el escalón y la orilla, donde sólamente el agua mojaba sus pies una y otra vez. Ni corto ni perezo, guardó el libro en su mochila y se metió en el mar; al salir, ella seguía allí, firme pero indecisa en su mirada. Se acercó y le preguntó "No te atreves a entrar?" y ella, volviendo a la sonrisa de minutos antes le contestó "Simplemente miro el horizonte, me da tranquiliad". Saltó nuevamente el escalón y sin dejar de mirarla, se tumbó en la toalla y cerró un momento los ojos...

Cuando los abrió de nuevo, ella seguía allí, oteando el horizonte, ya su mirada tenía un sentido, tambien se encontraba perdida, como él, por otras razones, por otras causas, pero tambien estaba perdida. Volvió de nuevo a su lado y comenzaron a charlar, primero de cosas sin interés, luego, a medida que la tarde iba cayendo, la charla se hacía cada vez más y más amena, compartían risas, compartían espacio, compartían el momento... Casi entrada la noche, quedaron para verse el día siguiente y allí que coincidieron de nuevo, y fue una delicia, ambos olvidaron las razones por las que llegaron allí, solos, retirados de su mundo, no había nada más que ellos en aquel lugar. Al caer la tarde, volvieron a quedar para cenar y ambos sabían lo que pasaría después, así que ambos, como por una inercia telepática, se acostaron en sus respectivas camas para dormir un poco, puesto que la noche iba a ser larga y con pocos momentos para el sueño...

...de repente, él se despertó súbitamente. Estaba en la playa, y aquella mujer morena de pelo rizado, largo, sinuoso, con un cuerpo precioso y una sonrisa... que tan frugazmente había definido hacía 15 minutos, seguía mirando al horizonte, de pie, cruzada de brazos, como si estuviera esperando algo o a alguien. Miró hacia atrás y él estaba sentado en su toalla, mirando también hacia el horizonte y recordó el motivo por el cual había llegado hasta allí. Así que, sacó nuevamente su libro de la mochila y lo abrió por la página en la que lo había dejado momentos antes y comenzó a leer:

- "Digo esto porque, aunque no sea nada más que un hombre común, creo, como vuestra excelencia, que alguna relación tiene que haber entre la reciente ceguera de votar en blanco y aquella otra ceguera blanca que, durante semanas que nunca podremos olvidar, nos mantuvo a todos fuera del mundo"

En ese momento, volvió a levantar la vista y se dijo a sí mismo... "Cuánto tiempo durará la mia?". En ese instante, la mujer volvió el rostro y con la misma sonrisa que la primera vez se despidió de él metiéndose en el mar, como si el horizonte le hubiera dicho... vente conmigo. Y así fue. Entró en el agua y salió aun más bella que cuando entró, con el agua recorriendo lentamente su cuerpo. Se secó, cogió sus cosas y se marchó, dejando nuevamente una sonrisa al pasar por su lado.

En ciertas ocasiones, se toman las decisiones correctas, aunque a priori parezacan equivocadas, a la larga, el tiempo nos hace ver que fueron las adecuadas para ese momento.

3 comentarios:

  1. Suele pasar.....aunque no entiendo la relación del relato con el párrafo final...
    C.H. (sabes quién soy, no?

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  2. Estaba entre Carolina Herrera o Carlos Herrera, pero me temo que ninguno de estos dos personajes estarían entre mis amistades..., demasiado para ellos..., así que serás C.H. y con eso me es más que suficiente. Por cierto, ya te he aclarado la relación del relato con el párrafo final, no??? Bss.

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  3. Sí, aclarado queda....
    ;-P
    C.H.

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